Se desconoce todavía el origen del Tarot. Se desconoce quién o quiénes lo crearon o descubrieron. No está claro, de hecho, que haya sido creado, ni que haya sido descubierto.
El mejor boceto de las posibles
formas en las que el Tarot ha llegado hasta nosotros, lo he encontrado en el
libro de Alberto Couste, «El Tarot o la máquina de imaginar»
(Barral Editores, Barcelona, 1978).
Para Couste, está claro que el
Tarot «adquiere la estructura formal con la que ha llegado hasta
nosotros, durante la Edad Media, pero es cierto también que sus contenidos no
se producen espontáneamente en esos años, y sus símiles y fuentes –como modelos
mentales, como propuestas imaginativas- pueden rastrearse cómodamente en la
antigüedad, desde la astrología caldea, hasta esa feria suntuosa que fue el
apogeo cultural de Alejandría». (Ibídem, pág. 42).
Personalmente, me cuesta creer
que una sola persona haya creado el Tarot, un sistema tan complejo, con tantas
correspondencias (todavía queda mucho por descubrir acerca de las posibilidades
y correlaciones del Tarot), y con tantas finalidades.
Me gusta la propuesta que hacen
Jodorowsky y Marianne Costa en su libro «La vía del Tarot»
(Editorial Siruela, 2006), en el que dicen que si «quisiéramos
imaginar el origen del Tarot (…), deberíamos retroceder por lo menos hasta el
año 1000. En aquella época, en el sur de Francia y en España, podían verse, en
sana paz, erigidas muy cerca, una iglesia, una sinagoga y una mezquita. Las
tres religiones se respetaban y los sabios de cada una de ellas no dudaban en
discutir y enriquecerse del contacto con miembros de las otras. (…).
Posiblemente un grupo formado por sabios de las tres creencias, previniendo una
decadencia de sus religiones que, por una sed de poder, inevitablemente
conduciría al odio entre sectas y al olvido de la tradición sagrada, se
confabularon para depositar ese conocimiento en un humilde juego de cartas, lo
que equivalía a preservarlo y ocultarlo, para que atravesara las oscuridades de
la historia hasta llegar a un lejano futuro donde seres con un nivel de
consciencia elevado descifrarían su maravilloso mensaje».
Me gusta la
propuesta, aunque sigue pareciéndome demasiado romántica y sigo sin creer que
un sistema tan completo e intemporal como el del Tarot pueda haber sido
diseñado de una vez y para siempre.
En cuanto a la búsqueda del «Tarot
Original», o el primer Tarot, me pregunto, continuando con el
párrafo anterior, si será realmente posible hablar de un Tarot «Original»
o «Primero».
Estoy segura de que ha sido modificado a través del tiempo, que se han agregado
y quitado significantes en sus imágenes, pero no creo que exista un primer
Tarot. Los hay más antiguos, y con diferentes grados de simbología, en algunos
aparecen muchos más símbolos que en otros, en los que algunos símbolos parecen
haberse perdido en el camino, para reaparecer más adelante.
Y no estoy hablando aquí de los
Tarots «de autor», que reflejan las interpretaciones
personales de los creadores, y que pueden ayudar muchas veces, pero no creo que
lleguen a ser jamás tan completos (y complejos) como el Tarot Marsellés.
De hecho, considero que la «magia»
del Tarot Marsellés radica precisamente en eso, en el que no esté claro de
dónde viene (ni adónde va), ni quién fue su autor, quiénes agregaron o quitaron
cosas en su camino hasta nuestros días, que sus imágenes parezcan haber estado
siempre en el inconsciente colectivo (cosa que no sucede con los tarots «de
autor»,
que pueden ser más o menos artísticos, pero que no consiguen el mismo efecto de
familiaridad y extrañeza al mismo tiempo), y que consiga conectar con el
inconsciente individual de quienes lo «leen» en cada «tirada»,
en cada nueva «lectura».
Lo que tiene de desconocido el
Tarot Marsellés, es lo que tiene de místico, de misterioso. Al igual que la
ciencia, que mide los resultados, la experiencia y a través de preguntarse cómo
se producen esos resultados, esa experiencia, va descubriendo relaciones y
leyes, causas y efectos, pero siempre quedándose sin respuesta ante la pregunta
por el propósito primero, por la intención; de la misma forma sucede con el
Tarot: pueden medirse sus resultados, el porcentaje de aciertos que consiga
un/a tarotista (jamás el porcentaje de aciertos del propio Tarot, que siempre
será del 100% -el error se halla en la
interpretación, no en la respuesta que dan las cartas-), pero nos llevará mucho
tiempo saber con qué propósito apareció el Tarot y la forma exacta en la que
funciona. Algunas aproximaciones a la explicación de por qué se puede «conocer»
el futuro (aunque no hable de ningún tipo de mancias), las expone Stephen W.
Hawking en su libro «Historia del tiempo, del big bang a los
agujeros negros» (Ed. Alianza, colección Física, Madrid,
2005), un libro netamente científico. Más adelante comentaré este (excelente)
libro, que es material para otra entrada.
Pero siguiendo con nuestra
introducción al Tarot, y en particular al Tarot Marsellés, me gustaría decir
que cualquier observador que se acerque a las láminas del Tarot Marsellés (sin
importar si se supone que es el más antiguo, el clásico, o el de Fournier, o
algún otro que haya sido modificado en algunos de sus detalles), reparará en lo
sinuosas que son las líneas que lo dibujan, y en los detalles que parecen
habérsele «olvidado» al dibujante, detalles que
contrarían la simetría y, por lo tanto,
la estética.
Son precisamente estos detalles y
las características de estas líneas, las que conectan con el inconsciente de
quien hace la lectura de Tarot. El inconsciente tiene un formato acuoso, igual
de sinuoso que las líneas que dibujan las formas del Tarot Marsellés, de ahí la
mutua identificación, que abre las puertas, las válvulas del inconsciente a los
conocimientos allí guardados durante tanto tiempo.
En este blog, en sus diferentes
entradas, iré exponiendo pensamientos y conclusiones acerca del Tarot, su
estudio y sus 78 arcanos o láminas.
También comentaré los textos que
me han ayudado a introducirme en el mundo del Tarot, y a partir de allí, hacia
otras mancias y conocimientos esotéricos, porque estoy segura de que habrá
mucha gente interesada en el tema que, al igual que yo en su momento, no sepa
por dónde empezar a comprender algo tan complejo.
Sin más, ¡espero que les guste y
que lo encuentren útil e inspirador!
Un saludo cordial,
Jimena
Directora de TAROT de la BUENA
FORTUNA